Bernardino Izuel

Precursor de la Vitivinicultura San Rafaelina y Alma Mater de Villa Atuel

 

 

Balbino Arizu (Unzué 1858 – Mendoza 1936), inmigrante navarro que junto a sus hermanos menores, fue uno de los impulsores de la vitivinícola moderna en Argentina y un distinguido pionero del desarrollo agrícola e industrial del entonces virgen departamento de San Rafael. Después de su éxito empresarial en el negocio del vino en Mendoza junto a sus hermanos (Clemente, Sotero y Jacinto), su gran visión lo empujó a comprar grandes extensiones de tierras en 1906 en el sur mendocino, apenas concluida la dificultosa construcción del canal del río Atuel, que dirigió y financió Bernardino Izuel. En esos parajes promocionó y donó tierras en 1910 para la fundación de Villa Atuel, cuna de la vitivinicultura en el departamento.

 

Balbino había llegado a Mendoza en 1883.Luego de iniciarse con perseverancia y tesón en forma independiente en el negocio del vino en 1885 en Mendoza, dio finalmente forma a su sueño en 1907 con la fundación de Bodegas Arizu SA. Esta empresa que creó junto a sus hermanos (Sotero y Jacinto) y dirigió, fue la síntesis de los dos mundos vitivinícolas que personificó Balbino, la dedicación y el cuidado artesanal europeo y la posibilidad de encontrar una escala impensable en los nuevos territorios para abastecer a un país entero en fuerte expansión demográfica y económica. Bodegas Arizu rápidamente se encontró en la vanguardia comercial y tecnológica de su época,  llegó a cotizar en la bolsa de Londres y desarrolló en esa novel localidad del sur mendocino el por entonces paño de vid más grande del mundo.

 

Balbino Arizu, como muchos otros inmigrantes que se afincaron en suelo argentino a fines del siglo XIX, encarnó la sorprendente transformación económica y social de la provincia de Mendoza y del país, consecuencia de las reformas políticas implementadas por la generación del 80. Un busto lo recuerda en la plaza principal de Villa Atuel que lleva su nombre.

  

Balbino Arizu (robledal en vasco) nació el 31 de marzo de 1858 en Unzué (Untzue), una aldea rural de no mucho más de 300 personas por aquella época, en la bucólica región de Valdorba, en el centro de Navarra (Nafarroa), 21 km al sur de la capital foral Pamplona (Iruña).

 

Unzué al pié del peñón

 

 

Hijo del pequeño vitivinicultor Ambrosio Arizu (1833-1889) y su prima Braulia Labiano (¿?-1905), fue el mayor de 11 hermanos: Clemente, (1859-1889), Lucio Prudencio (1861) Eusebia Vicente (1863-1938), Sotero Miguel (1865-1912), Jacinto Prudencio (1868-1926), Eustaquia Micaela (1870) y Luciana (1873), Antonio (1875), Isidro (1876) y María Dolores (1879). Eustaquia y Luciana se hicieron monjas y Antonio, Isidro y María Dolores habrían fallecido a temprana edad. Se desconoce que sucedió con Lucio.

 

Balbino se crió en Casa Lepuzain, una pequeña finca de viñas, olivos, almendros y castaños al pié del peñón de Unzué, donde su padre elaboraba buen vino y aceite y que supo ser el hogar familiar de los Arizu. También criaban ganado en los campos comunales al pie de la sierra de Alaiz (Alaitz), no lejos de los Altos Pirineos, donde supieron tener hasta 100 vacas y 500 ovejas.

 

Educado en un ambiente de férrea fe católica, llevó una vida sencilla y honrada centrada en el duro trabajo del campo. Recibió la instrucción elemental en la escuelita de la aldea que dirigía (el cura) don Iribas y en la villa de Barasoain (4 km al sur de Unzué) recibió lecciones de don Francisco Sánchez, hombre ilustrado y antiguo secretario del ayuntamiento de Olite. Dotado de talento natural, Balbino era sesudo y criterioso como un navarro viejo.

 

De su papá Ambrosio, quien a su vez había aprendido el oficio de agricultor de su abuelo Juan José Arizu (casado con María Labiano) en el cercano pueblo de Iristain, adquirió los conocimientos para labrar la tierra, cuidar el viñedo y elaborar el vino.

 

Pero el invierno de 1880 fue muy crudo en el valle de Valdorba, murieron de frío muchos animales y otros fueron devorados por los lobos. Tampoco se pudo cosechar. Algo similar volvió a ocurrir en la campaña siguiente. A raíz de esas dificultades, en 1882 se dirigió al pueblo cercano de Tafalla, donde conoció a Bernardino Izuel (1851-1937, aragonés casado con una pariente suya, la navarra Castora Iracheta Arizu) quien comerciaba con mulas traídas de la Argentina. Fue precisamente el zaragozano Izuel quien lo entusiasmó, contándole las posibilidades de inserción laboral en una provincia como la de Mendoza, que se encontraba en los inicios de un proceso de transformación y expansión de su economía.

 

En 1883 Balbino viajó a Argentina, a pesar de la resistencia familiar, con el sueño de cultivar y elaborar vino, atraído por Izuel quien le recomendó Mendoza. Llegó en tren hasta Villa Mercedes y desde ahí a Mendoza en carreta. Trabajó un mes con él en la construcción del canal Rivadavia. Pero rápidamente se dio cuenta que no había venido a Argentina para eso.

 

En 1883 trabajó en la bodega del catalán Don José Corominas (su hijo Rodolfo Coromiras Segura fue gobernador). Y en 1884 se desempeñó en el Trapiche de don Tiburcio Benegas, importante hacendado y político de Mendoza (también gobernador).

 

En 1885 alquiló una viñita con un peón, Juan Montaña. Así comenzó a elaborar vino con los secretos que le había trasmitido su padre. Luego se asoció con el vasco Basterra con quien alquiló una pequeña bodega para iniciar sus negocios de vinos y bodega bajo el nombre Arizu y Cia. En 1886 murió su socio Basterra en la epidemia de cólera y quedó financieramente mal parado. Recurrió a su antiguo patrón Tiburcio Benegas, quien le prestó lo que necesitaba para continuar. Los negocios marcharon bien y Balbino canceló su deuda en un año. En esos tiempos llegaron a Mendoza sus hermanos Clemente y Sotero, que trabajaron un tiempo en El Trapiche.

 

En 1887 los Arizu, con Balbino a la cabeza alquilaron una bodega a Ramón Quiroga. En 1888 organizaron la sociedad Arizu Hermanos, que tenía como objetivo la explotación de vinería, arriendo de viñas y potreros, cuyo capital inicial fue de 5.000 pesos. Ese año elaboraron 400 cascos de vino.

El 6 de enero de 1889 Clemente, Balbino y Sotero Arizu defendieron fusil en mano la residencia del gobernador Tiburcio Benegas en la revolución orquestada por el Coronel Rufino Ortega.

El 13 de Febrero de 1889 Balbino se casó en la parroquia de San Vicente Ferrer (Godoy Cruz) con Martina Basaure, una joven viuda con la que no tuvo descendencia. Para la boda vino Ambrosio Arizu, padre de los muchachos, lo cual fue todo un acontecimiento familiar. En esos tiempos, y con el aporte de su mujer que contaba con bienes propios, compraron a Santos Biritos los primeros terrenos (4 mil metros cuadrados) de Godoy Cruz, en los que más tarde se construiría y expandiría la gran bodega y principal sede de la firma.

El 15 de Agosto de 1889 falleció Clemente Arizu, por lo cual fue llamado Jacinto, el hermano menor.

En 1895 Balbino volvió por primera vez a España. En compañía de Martina visitó a sus padres. Su hermana Eusebia se había casado con Florencio Garde; Eustaquia y Luciana se habían hecho monjas.

Los hermanos Arizu fueron creciendo empresarialmente día a día. A la tenacidad propia de los vascos le sumaron su excelente don de gente, que les permitió alcanzar una excelente inserción en la sociedad mendocina y establecer sólidos y duraderos vínculos comerciales (por más de 30 años) con distribuidores y negociantes de vino, en particular con los de origen español y vasco.  Sotero viajó a España en 1897. Antes se había casado con Balbina Villasante, con quien tuvo 6 hijos: Enriqueta, Sotero Simón, Teresa, Alberto, Roberto y Blanca. Volvió a la Argentina en 1900.

Ese año Balbino viajo nuevamente a España. Su padre ya había muerto. En 1905 viajó otra vez, poco antes de que muriera su madre. Jacinto se había casado en Mendoza con Dámasa Zabalsa, con quien tuvo 7 hijos (María Martina, Adela, Clara, Ambrosio, Carmen, Angélica y Jacinto Ernesto).

Entre 1906 y 1907 los Arizu decidieron avanzar sobre el Sur mendocino en lo que hoy es conocido como Villa Atuel (60 km al sudeste de San Rafael), lugar que prácticamente no existía cuando ellos emprendieron la aventura sureña. Si bien las tierras eran abundantes y baratas en relación a las más cercanas a la ciudad de Mendoza regadas por los ríos Mendoza y Tunuyán, fue una decisión arriesgada porque no había nada. Esa importante decisión empresarial se debió a que en 1905, luego de 15 años de tribulaciones, Bernardino Izuel pudo cumplir con su compromiso de construir una importante obra de irrigación e hizo correr agua por el canal que hoy lleva su nombre en los terrenos linderos al río Atuel. Nadie creía que el agua fluiría algún día por ese lugar yermo y menos pocos años desde que los pehuenches abandonaron sus correrías por la zona.

Nuevamente los destinos de Bernardino Izuel y de Balbino Arizu se encontraron. Así los hermanos Arizu le compraron tierras (más de 10 mil has) a Izuel para plantar viñas y levantar establecimientos vitivinícolas que más tarde serían el orgullo de Villa Atuel, gracias a ese canal de regadío que actualmente lleva el nombre de quien dirigió y financió la difícil obra. Todos colaboraron en las duras tareas que hubo que hacer allí, incluso su sobrino Leoncio (a la postre pionero de otra dinastía Arizu en la provincia de Mendoza y dueños de la prestigiosa marca de vinos Luigi Bosca).

Cuando ya se vislumbraba la necesidad de establecer un municipio, Izuel donó 50 has al gobierno para que éste lo trazara y a cuya donación adhirieron los hermanos Arizu con otras 50 has. Luego de trazada la villa, en 1909, comienza a construirse la Bodega y a poblarse el lugar. Entonces la mercancía se transportaba en carros. La gente de la zona debía trasladarse a San Rafael, hacer sus compras y regresar; debía recorrer largos caminos desiertos, ondulados, cruzar el Río Atuel sin puente, con gran peligro de perder la mercancía o la vida en época de crecidas. El gobierno aceptó esta donación, y en 1910 nació Villa Atuel. Oficialmente, el 20 de octubre de 1912 se fundó Villa Atuel. Durante 10 años los pobladores que se dedicaron al agro o al comercio estuvieron exentos de pagar patentes o impuestos.

El 24 de Diciembre de 1907 el gobierno de Mendoza había aprobado el estatuto de la sociedad anónima por acciones Bodegas Arizu. La cabeza de empresa era Balbino, a quien secundaban Sotero y Jacinto. La sociedad llegó a cotizar en la bolsa de Londres. La particularidad de esta empresa vitivinícola fue la participación minoritaria de capitales extrafamiliares, aunque se mantuvieron los lazos de paisanaje (ya que en su mayoría los socios eran de origen vasco o españoles). Las nuevas y grandes extensiones de tierra de Villa Atuel se habían integrado al patrimonio del ambicioso emprendimiento que inspiraban y lideraban los hermanos Arizu.

La asociación con los principales distribuidores de vinos de las distintas regiones del país permitió a los Arizu suprimir intermediarios y visualizar una parte importante del mercado interno. Así la expansión de la producción en los nuevos y amplios terrenos del sur mendocino pudo encontrar rápidamente salida gracias al alcance comercial de una red de distribuidores única en todo el territorio argentino y de las más avanzadas en su tiempo.

En 1909 compraron maquinaria de labranza a vapor, de avanzada para la época. Eran las terceras de su tipo que había en Argentina. Vino personal especializado de Inglaterra a operarlas. Tanto los Arizu, como los ingleses, vivían en rudimentarias carpas mientras roturaban la tierra buscando hacer cultivable el terreno. De noche, los operarios británicos, que de día estaban cubiertos de barro y grasa, se vestían con smoking y compartían plácidas veladas con los Arizu en medio del campo.

El arraigo con el terruño natal y la solidariedad con sus paisanos nunca se diluyeron. De los registros de la sociedad Bodegas Arizu resultan que predominaban las relaciones laborales y clientelares con miembros originarios de la comunidad vasca. Muchos navarros de la Valdorba y comarcas vecinas vinieron a trabajar a las empresas de los Arizu.

Esta conjunción de escala, conocimiento de la vid, solidaridad vasca, tecnología y poder de distribución permitió que en poco tiempo Bodegas Arizu se erigiera como una de las principales empresas vitivinícolas del país (junto a Tomba y Giol y Gargantini) y a Balbino Arizu como uno de las artífices que encarnaron la transformación social y productiva de la provincia de Mendoza que comenzó a fines del siglo XIX. A su vez Argentina se convirtió en el cuarto productor de vino del mundo, detrás de Francia, Italia y España.

Entrada principal al establecimiento

Con el tiempo la sociedad Arizu llegó a desarrollar las legendarias propiedades de Villa Atuel, en las que se completó una importante bodega en 1916. Tal esfuerzo no fue exento de riesgos ni de percances. Con la erupción de la primera guerra mundial y la fuerte crisis económica mundial que sacudió al país en 1916, la gran expansión de Bodegas Arizu sufrió un gran contratiempo y los hermanos Arizu se vieron obligados a negociar con los bancos acreedores. Los Arizu tuvieron que entregar como garantía sus acciones, permitir el ingreso de los bancos en el directorio e incluso por un tiempo Balbino se tuvo que alejar de la presidencia. La bodega de Villa Atuel además se derrumbó en 1927 por un terremoto que también dio por tierra con las casas del lugar, por lo que hubo que iniciar una ardua tarea de reconstrucción. Pero los Arizu nunca se rindieron y siguieron trabajando con tesón y cumpliendo con los compromisos asumidos. En 1922 con el objetivo de asentarse en el corazón del mercado consumidor argentino, bajo la gerencia de Sotero Simón Arizu, se compraron 12.500 metros cuadrados en La Paternal, Capital Federal, para depósito y bodega, con desvíos al Ferrocarril Pacífico.

Departamento de fermentación circa 1910

En su máximo esplendor llegaron a estar en producción en Villa Atuel 2.900 hectáreas de viñas, en el que fue considerado el paño de vid más grande del mundo.

Los hermanos, además de la sociedad bajo control familiar, tenían sus negocios particulares. Por ejemplo, en 1908, Sotero construyó una bodega en Luján que, a su muerte, administraron su viuda y sus hijos. Balbino tenía fincas en el Carrizal y otras localidades.

El 15 de abril de 1912 murió Sotero, a los 47 años de edad. Ese mismo año, con motivo de inaugurarse la avenida España, vino a Mendoza el embajador español en la argentina, don Pablo Soler y Guardiola, y se hospedó en la casa de Balbino Arizu, en Las Heras 430, domicilio en el cual, años después, funcionó la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.

El año 1914 con la llegada del ferrocarril a Negro Quemado, se facilitó la tarea del comerciante y se agregaron negocios, que traían la mercadería en tren y luego en carretas. Ese año también se construyó el puente sobre el río Atuel en Negro Quemado en la actual ruta 143.

Balbino viajó a España en 1914 y el rey Alfonso XIII le dio el título de Caballero de la Real Orden de Isabel La Católica. Una anécdota no confirmada cuenta que el bodeguero pidió ver la cámara del rey; ante la negativa de quienes lo acompañaban, dejó la condecoración diciendo que sino servía para que se hiciera su voluntad, no servía para nada. De hecho, sus descendientes guardan la condecoración y sostienen que esta actitud no cuadra con las imágenes de don Balbino. Sin embargo, la anécdota se ha incorporado a la leyenda popular.

En Febrero de 1914 murió doña Martina. Junto a Balbino vivía su hermana Eusebia Arizu de Garde y sus 7 hijos (Julia, Eduardo, Práxedes, Ambrosio, Balbina, Catalina y Carmen). Los muchachos eran como los hijos que no había tenido.

Don Balbino desarrolló por aquellos años múltiples actividades. Fue director del Banco de la Provincia de Mendoza, concejal en Godoy Cruz y vocal de la Bolsa Vitivinícola provincial. Además perteneció a distintas instituciones, entre ellas al Centro de Bodegueros. En 1907 supo donar tierras al Consejo Nacional de Educación para crear una escuela y en 1910 para establecer una comisaría en el Carrizal, lo que demuestra su gratitud con la sociedad mendocina y su deseo de colaborar con su desarrollo.

Balbino fue un gran propulsor del mutualismo, desde su actuación en la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Mendoza y la Sociedad Española de Beneficencia, de la cual nació el Hospital Español. Fue presidente de ambas instituciones. Siempre tuvo una gran relación con la comunidad española de Mendoza.

El 29 de Septiembre de 1926 murió Jacinto. Balbino cada vez se fue quedando más sólo. En 1928 volvió a Unzué por última vez. En su pueblo donó la casa paterna en nombre de todos sus hermanos. El 31 de Marzo de 1936, después de festejar con su familia su cumpleaños numero 78, don Balbino se fue a dormir la siesta y murió plácidamente.

Galpones destinados para el depósito de cascos vacíos circa 1910

Fuentes bibliográficas:

Correas, Edmundo, Vida de don Balbino Arizu, Buenos Aires, 1949.

Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, Los vascos en la Argentina. Familias y protagonismo, Buenos Aires, 2000.

Mateu, Ana María, Aproximación a la empresa Arizu: Algunas estrategias de la conformación e incremento del patrimonio societario y familiar 1884-1920, Revista Quinto Sol, Nº 6, Universidad Nacional de la Pampa, 2002

Lopepé-Iriart, Pedro Antonio, Los vascos en la vitivinicultura argentina, los Arizu y los Goyenechea, www.euskonews.com/0588zbk/kosmo58801es.html

Mateu, Ana María, La historia de un empresario español y su empresa. Una propuesta de análisis del encuentro de dos mundos vitivinícolas, Río Cuarto, 2010.